Torsión gástrica en perros: un riesgo mortal para el que no existen vacunas
La dilatación y posterior torsión gástrica es una condición
que puede producirse en animales domésticos, principalmente en perros y ganado,
aunque no en gatos. Su pronóstico es muy grave y debe tratarse con la máxima
urgencia, ya que puede acabar con la vida del animal en apenas unas horas. La tasa
de mortalidad es muy elevada: en mascotas que han sido tratadas a tiempo es del
30%; en las no tratadas es del 100%.
¿Cómo se produce?
El estómago se dilata, debido a la acumulación de gases,
hasta que los ligamentos que lo fijan no lo sujetan y el peso que ejerce el
bazo, pegado al estómago, produce el giro del intestino. Así se produce un
colapso en el riego sanguíneo. Esto se debe a que las arterias y las venas que
discurren por el estómago se estrangulan y, por tanto, impiden que la sangre
llegue a otros órganos vitales y desemboca en arritmias cardiacas. Finalmente
se produce un shock fatal.
¿Cuáles son los síntomas?
A la menor duda ante la aparición de cualquiera de estos
síntomas es necesario acudir urgentemente al veterinario. Reconocer a tiempo los
síntomas puede salvar la vida del animal.
Los síntomas que suelen mostrar son:- Inquietud y ansiedad.
- El animal se mira constantemente el estómago o hacia el suelo.
- Dolor e inflamación en la zona abdominal.
- Intenta vomitar y no puede, o solo expulsa saliva espumosa.
- Al dar una palmada con cuidado en el abdomen suena como una pelota de baloncesto, debido a que está lleno de aire.
- Respiración rápida y dificultosa.
Tratamiento
Ante la menor sospecha de que pueda ser una torsión gástrica
es de vital importancia acudir de inmediato a una clínica veterinaria. En
cuanto el perro llegue y sea diagnosticado, se le administrará un tratamiento
de fluidos y antibióticos por vía intravenosa.
A continuación, se procede a sedar al animal y se le
introduce una sonda por la boca hasta el estómago (intubación orogástrica) para
liberar gases y descomprimir el estómago. Si esto no es posible se perfora la
pared abdominal con una aguja, este proceso recibe el nombre de trocarización
de urgencia.
Una vez descomprimido el estómago se hace un lavado
gástrico. A continuación, se efectúa una cirugía para colocar el estómago en
caso de que se haya producido la torsión, también para solucionar otros
problemas provocados por la dilatación o el giro estomacal. Mediante la cirugía
se fija el estómago a la pared costal con un método denominado gastropexia, de
esta forma se reduce el riesgo de que vuelva a suceder.
En algunos casos en los que la torsión resultó grave, la
tasa de mortalidad sigue siendo elevada incluso después de la cirugía, aunque
los perros que superan las 48 horas posteriores suelen tener muchas
probabilidades de sobrevivir.
No se conocen las causas exactas pero sí algunos factores
que influyen en su aparición. Entre ellos las comidas copiosas y de una sola
vez, comer muy deprisa, beber demasiada agua y, sobretodo, comer antes o
después de realizar ejercicio y por estar expuesto a situaciones de estrés
durante la alimentación. La genética también puede influir, así como el que ya se
haya sufrido una torsión gástrica previamente.
Además, aunque cualquier perro pueda sufrirlo, hay
determinadas razas que son más propensas a sufrirlo.
Razas de perros propensas a sufrirlo
La torsión gástrica puede afectar a cualquier perro, pero hay
algunos que presentan mayor riesgo. La estructura del cuerpo del perro influye
en su aparición, así como su tamaño.
- Perros de pecho profundo, como el Bóxer o el Doberman.
- Razas grandes y gigantes, como el Gran Danés, el Rottweiler o el Pastor Alemán.
El Setter Irlandés, Dogo Alemán, Borzoi y el San Bernardo
también son muy propensos a sufrirlo.
Aunque también se ha observado de perros más pequeños en los
que también aparece, entre ellos: Basset Hound, Teckel y Pequinés.
¿Qué se puede hacer para prevenirlo? RECOMENDACIONES
Es conveniente que, en razas grandes, las raciones de comida
se dividan en dos para reducir el volumen de comida que se ingiere en cada
ocasión. El agua es fundamental, por lo que debe estar siempre a disposición
del perro y hay que cambiarla con regularidad. Aunque si se percibe que el
animal toma agua de forma excesiva, hay que medir su cantidad.
Es importante evitar el ejercicio antes o después de la
comida, con un margen de una o dos horas.
Estas pueden ser algunas medidas para evitar la torsión
gástrica, pero lo más importante es que el dueño permanezca alerta ante
cualquier sospecha de que se trate de este estado. Ante la menor duda hay que
acudir de inmediato al veterinario.
FUENTES: